El término "románico" fue propuesto por primera vez en 1824 por el arqueólogo francés De Caumont para designar la corriente estilística nacida en la abadía de Cluny que se desarrolla entre finales del siglo X y bien entrado el XIII en el centro y suroeste del viejo continente (Europa cristiana). Si bien el Románico floreció durante 200 años, una vez superado el final del primer milenio hay que considerar que durante los 600 años anteriores se produjo su gestación.
Las razones por la cual se
asigna este calificativo vienen dadas por la semejanza de los elementos
arquitectónicos utilizados en este arte y los empleados en la
arquitectura romana (arcos de medio punto, columnas).
Zamora es la ciudad
española que cuenta con el mayor número de restos románicos. Más de
una veintena de construcciones de este género le hace valedera del
título de Ciudad del Románico.
La característica
principal del románico zamorano es su tardía aparición. Aunque esta
sea norma habitual siempre que nos refiramos al románico castellano.
Por ello, son escasas las iglesias del siglo XI. La mayoría de las
construcciones románicas son de la segunda mitad del siglo XII y
comienzos del siglo XIII y muchas acusan ya influencias cistercienses,
más en el caso de Zamora dada su proximidad al monasterio de Moreruela,
hoy lamentablemente en ruinas pero con una de las cabeceras más
soberbias del arte medieval español.
La arquitectura románica
dominó Europa durante los SS. XI, XII y parte del XIII, caracterizada
por:
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La solidez de la construcción que se manifiesta en la gran
anchura de sus muros para poder resistir las fuerza y tensiones de
la estructura, en especial el empuje de la bóveda de cañón,
predominando el macizo sobre el vano, es decir, los muros son
seguidos y el número de ventanas es escaso. Utiliza también
estribos exteriores y la contraposición de unas bóvedas a otras.
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Los soportes generalmente suelen ser pilares comunes, cruciformes
- para recibir los arcos formeros y fajones- o con medias columnas
adosadas. Aunque a veces son sustituidos por columnas o alternado
con ellas. El empleo de la columna consta de basa con plinto, fuste
cilíndrico y capitel de varios tipos: imitación al corintio, de
influencia nórdica o historiado.
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Otros elementos que integran la arquitectura románica son: El uso
del arco de medio punto, que es, en realidad, un arco semicircular.
La bóveda de medio cañón, que se forma por la sucesión de arcos de
medio punto -a partir del siglo XII se emplea también el apuntado-. La bóveda de arista, que es el resultado de la intersección de dos
bóvedas de cañón. La planta de cruz latina, es decir, de brazos desiguales.
La cúpula, sobre el crucero se apoya sobre pechinas o trompas. El ábside, situado al final de la nave mayor, es semicircular.
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